Dicen que la felicidad está en las pequeñas cosas. Sobre todo si estás obligado a renunciar a las grandes…
El autismo nos obligó a aceptar que algunas de esas grandes cosas que habíamos planeado tendrían que esperar y a abrir los ojos de par en par para saborear los detalles que pasan desapercibidos.
Aceptarlo, la renuncia a algunos planes y a muchas cosas más, es un proceso largo y muy difícil, aunque imprescindible si no quieres caer en un pozo insalvable, en vez de pegarte un tortazo de vez en cuando.
Cuando lo asumes, empiezas a darle valor a cosas insignificantes, que nunca hubieras imaginado que pudieran colmarte de satisfacción: Tomarte un café sentado, pasear con cierta calma. Ver a Ares subirse las braguitas y el pantalón. Comprobar que empieza a hacer el gesto de quitarse la camiseta, que te da un pictograma de forma espontánea para pedirte agua o la tablet, que te mira a los ojos dos o tres segundos antes de seguir haciéndole cosquillas o que se sienta en la cafetería de siempre a comerse un croissant de chocolate.
Esas son nuestras pequeñas cosas. Esos pasitos grandes, que son saltos, aunque no lo sean. Ahí reside ahora nuestra felicidad.
Qué bonito! Esa es mi vida con Henar
🙂
Enhorabuena, poco a poco se va consiguiendo saltar obstáculos. Bss
Gracias, Ángeled
No son tan pequeñas esas cosas. Son realmente importantes y significan cosas grandes: evolución, mejora, otro paso más,…
Ánimo y disfrutad de esos grandes momentos. Nos dan mucha fuerza para seguir. Son muy importantes
En mi opinión, no son pequeñas, sino sencillas. Encontrar la felicidad en las cosas sencillas y cotidianas, eso es sabiduría vital.
asi es gracias por compartir
Totalmente cierto, esas cosas invisibles para la mayoría, se convierten en grandes placeres para nosotros.
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